La fruta de la pasión - Celia Pérez Martínez (4º B)
Cojo un cuchillo, pero no
cualquiera, sino el que no tiene punta. Mi cuchillo. Busco la tabla pequeña,
muy cómoda. Corto con suavidad, para que no se vierta el zumo. Examino la cuchara
que mi madre acaba de dejar encima de la mesa. Perfectamente limpia. Entonces
con cuidado cojo una cucharada de semillas, con ese jugo amarillo que me
encanta. Lo saboreo, mordiendo las pepitas con delicadeza. Poco a poco voy
acabando ese manjar que tanto me gusta. Huelo entonces el aroma tropical que la
cáscara desprende. Cierro los ojos, y cuando los abro son ya las 8:01. Es hora de vestirse. De vuelta
en el espejo parezco más contenta. Una
vez cumplido el ritual ya puedo ir al instituto.
Yurena De Oliveira Puime (4º B)
Me gustan todas las épocas del año menos la Navidad.
Me
repugna ver como todos abren la botella de champagne, la tapa toca el techo, se
la echan en su copa poco a poco cada vez aumentando la cantidad de espuma que
me recuerda a la presión del agua creando una ola y después lo beben, brindando
y disfrutando como niños pequeños jugando en un parque.
Otro
motivo es ese color amarillo parecido al de la flor del tojo que no me gusta
porque pincha.
La
cojo con la mano izquierda, la tiro al aire y la alcanzo con la derecha, agarro
con una mano la botella, con otra la tapa que poco a poco, gira y antes de
beberla miro ese color transparente que se parece al mar del Caribe.
Después
de tener esa sensación, la bebo y noto como baja por mi garganta, enfriándola y
dejándole un sabor natural.
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